Casa, vestido, alimentación y salud son algunos de los usos que el maguey ha tenido a lo largo de la historia de Tlaxcala, por eso fue nombrado “el árbol de las maravillas”. En la época prehispánica el maguey era una planta básica para la subsistencia de la sociedad ya que verde o seco, tierno o maduro, se aprovechaba desde la raíz hasta la punta.
El quiote sostenía los techos de las casas, las pencas verdes eran útiles para depósito de masa o para atrapar aguas pluviales y secas alimentaban el fuego. Su piel la ocupaban los labradores de arte plumario y los pintores. La puya era útil como flecha, aguja, alfiler o clavo.
La fibra se aprovechaba para elaborar cordeles, sogas e hilos; asimismo, se hacían vestidos, mantas, capas y calzado. El zumo conocido como aguamiel se cocía y se sacaban panes de azúcar, aceite para guisar y vinagre. Por otra parte, el zumo caliente de las pencas asadas se utilizaba para curar una llaga, una herida fresca o la mordedura de una serpiente.
Al paso del tiempo, el producto más conocido fue el iztac octli (vino blanco) o pulque cuyo consumo y producción se popularizo en la poca colonial y se consolido hacia fines del siglo XIX gracias al desarrollo de las haciendas y de la introducción del ferrocarril.